La higiene íntima en la mujer tiene unas características distintas a las de cualquier otra parte del cuerpo y requiere por ello de unos cuidados especiales. Pero las costumbres y necesidades higiénicas íntimas pueden variar a lo largo de la vida de una mujer:
Durante la infancia es bastante frecuente la vulvovaginitis infantil, caracterizada por la aparición de flujo con olor desagradable, inflamación, escozor, picores y relacionada con la presencia de bacterias propias de las heces (que pueden alcanzar la zona del perineo si se limpia de atrás hacia delante) o la falta de higiene íntima en las niñas, que en realidad debe ser igual que la de las mujeres adultas y que expondremos más abajo.
Durante la menstruación el peligro de infecciones y contagios aumenta debido a que la zona se mantiene con exceso de humedad y a que el pH vaginal disminuye su acidez, por lo que acudir a ciertas soluciones, como el uso de jabones especiales para zonas íntimas o de esponjas vaginales pueden ser soluciones prácticas y cómodas para hacer una vida normal de manera limpia y cómoda durante esos días. Las compresas y tampones deben cambiarse cada 4 a 6 horas, incluso aunque el flujo no sea abundante.
Durante el embarazo, el pH de la piel es más ácido, aumentando el riesgo de infecciones, irritación y picores. Una infección vaginal puede afectar al feto, por lo que hay que extremar las precauciones para no sufrir un aborto o un parto prematuro.
En la menopausia se produce un estrechamiento de la mucosa vaginal y una disminución de flujo, lo que puede provocar que las relaciones sexuales resulten dolorosas y aumente el riesgo de infecciones. En esta etapa se extremará la higiene (las pérdidas de orina obligan a lavarse una o dos veces al día) y se hidratará adecuadamente la zona con los productos adecuados.
Indicaciones generales para todas las edades
La importancia del pH en los productos de higiene íntima es máxima, debido a que estos no deben alterar el pH de la mucosa genital, que conforma la barrera de protección y lubricación natural de la vagina. Es desaconsejable el uso o abuso de desodorantes, ya que pueden resultar irritantes, causar alergias y ocultar el olor vaginal, que puede ser síntoma de una afección a tratar. También se evitarán las duchas vaginales (a menos que el médico nos indique lo contrario). No deben usarse tampoco esponjas de baño, ya que pueden acumular gérmenes.
La ropa interior ha de cambiarse a diario y ser lavado con productos para prendas delicadas, dando prioridad a los tejidos naturales, como el algodón. Las prendas ajustadas y los pantalones pueden provocar rozaduras y acumulación excesiva de humedad.
Las manos y la zona genital deben limpiarse antes y después de las relaciones sexuales. Y, al acudir al baño, la zona perineal (la que se encuentra entre la vagina y el ano) debe limpiarse de adelante hacia atrás, para no arrastrar suciedad hacia la vulva.
Otra precaución que se debe tener es al rasurar la zona vaginal, ya que podemos producir pequeños cortes.