Cinco beneficios de la sauna.

Seguro que si has ido alguna vez a un spa y ofrecían servicio de sauna has tenido la tentación de probarlo. Seguro que has escuchado alguna vez la larga lista de bondades que presentan estos baños de vapor. Gran parte de las cosas que se dicen sobre las saunas son ciertas, si bien, has de saber que la sauna solo surte efecto si se toma regularmente.

En Finlandia, por ejemplo, la sauna es toda una institución. Los finlandeses toman baños de sauna entre dos y tres veces por semana. Forma parte de su rutina habitual de cuidado personal. Como ducharse o acudir al gimnasio.

Las saunas existían en Finlandia antes de que apareciera el pueblo vikingo. Eran contemporáneas a las termas romanas. Se ubicaban cerca de los lagos helados, contaban con operarios de mantenimiento que se encargaban de que la sauna estuviera en funcionamiento todo el tiempo. Los habitantes de las aldeas pasaban un rato en la cabaña de madera calentada con leña y después se zambullían en el lago. Era una forma de mantener activa la circulación de la sangre en un clima con temperaturas bajas.

Con el paso de los siglos, las saunas públicas pasaron a convivir con otras privadas. Muchas familias finlandesas disponen de su propia sauna en casa. Esta afición por instaurar una sauna privada se ha extendido por todo el mundo y ha llegado a España. Así nos lo confirman los gerentes de Saunas Luxe, una empresa de Ávila que lleva fabricando e instalando saunas desde hace 40 años.

En principio, una sauna se puede colocar en cualquier parte de la casa. En el sótano, en el desván e incluso un pasillo. Debe ser un lugar que se pueda cerrar y, por tanto, cubrir toda la superficie: suelos, techo y paredes, con láminas o paneles de madera. Si bien es recomendable que cerca de la sauna esté instalada una ducha. El procedimiento de la sauna se complementa con una ducha fría nada más salir de la sala de vapor para limpiar la piel de sudor e impurezas y recuperar la temperatura corporal.

Estos son algunos beneficios que puedes encontrar si tomas baños de sauna con regularidad.

Tonifican los músculos.

Una sesión de diez minutos de sauna equivale a una hora de ejercicio físico moderado. Correr, andar o pasear en bicicleta. Lo bueno es que la temperatura de la sauna, entre 80 y 90º C, remueve las bolsas de grasa pegadas a los músculos. No vamos a decir que la sauna elimina la grasa, con la sudoración básicamente lo que perdemos es agua, pero sí la vuelve más líquida y menos densa, lo que facilita su eliminación.

Digamos que es una ayuda para perder peso y volumen en ciertas partes del cuerpo, como la celulitis y la grasa abdominal. Siempre combinado con una dieta adecuada y con la práctica de ejercicio.

Otro beneficio interesante de la sauna es que alivia el dolor articular. El calor es bueno para tratar las inflamaciones y para reducir fricciones en rodillas, codos y hombros.

Mejora la circulación de la sangre.

Dice el periódico El Confidencial que el calor de la sauna produce un efecto curioso en el sistema circulatorio. Por un lado, el calor hace que el corazón bombé la sangre más rápido, aumenta la frecuencia cardiaca, y al mismo tiempo, ensancha las arterias y las venas, permitiendo que la sangre circule de una forma más fluida. Es como una puesta a punto de todo el aparato circulatorio.

El ensanche de los conductos sanguíneos genera una sensación de relajación y de bienestar en la persona. Al pasar la sangre con facilidad por todo su recorrido, llega a todos los rincones del cuerpo, reactivando la circulación periférica, aquella que se produce por medio de los pequeños vasos capilares que conectan y atraviesan los tejidos. Las células de nuestro cuerpo reciben el oxígeno y los nutrientes que se transportan a través de la sangre y recogen los desechos que se generan en su funcionamiento. Desechos, que algunos de ellos, expulsaremos por medio del sudor o de la orina.

Precisamente, por este efecto que genera sobre el aparato circulatorio, la sauna es recomendable para tratar enfermedades como la artritis, la congestión pulmonar y la bronquitis. Los órganos dañados reciben la sangre que necesitan para restaurar los tejidos.

No es extraño que las saunas se desarrollaran en el norte de Europa, en Finlandia y en las repúblicas bálticas: Estonia, Letonia y Lituania. Las bajas temperaturas que se viven en esas latitudes, unidas a la falta de luz solar durante la mitad del año, hacen que el ritmo cardiaco se ralentice.

En esos países, los baños de sauna, más que un capricho, era una necesidad para poder mantenerse sanos en unas condiciones climatológicas adversas.

Eliminan patógenos.

En un mundo sin antibióticos, como fue la historia de la humanidad hasta que Alexander Fleming descubrió la penicilina, dotarse de espacios seguros era fundamental para preservar la vida. Digamos que de una forma empírica, los hombres del norte de Europa descubrieron que las saunas eran lugares más higiénicos que las propias casas. Llegó hasta tal punto ese convencimiento, que en Finlandia y en Estonia, las mujeres daban a luz, muchas veces, en las saunas.

Si queremos eliminar las bacterias de un alimento lo pasteurizamos. Este es un proceso químico por el cual se somete una sustancia a una temperatura de 80º C y después se enfría. De esa forma se matan las bacterias y otros microorganismos que pudiera contener. Un fenómeno similar es el que vive el ser humano en una sauna. Se introduce en un espacio cerrado entre 80 y 100º y después se da una ducha fría.

La sauna no solo es beneficiosa para eliminar los patógenos ambientales, sino también para depurarnos de bacterias y virus que pudiéramos incubar en nuestro organismo. Buena parte de los virus eliminados por el sistema inmunológico del hombre, son expulsados al exterior por medio del sudor. La fiebre, por ejemplo, es un proceso de curación. El cuerpo combate a los elementos patógenos, aumenta la temperatura corporal y después se depura con la sudoración.

Combate el estrés.

Meterse entre cinco y diez minutos al día en una sauna es un paréntesis en la actividad diaria. Algo que nos repone tanto física como mentalmente. Al introducirnos dentro de la sauna, entramos en un proceso de relajación, que nos hace desconectar de la presión que estemos soportando. Entre el calor y la sensación de relax, tenemos una mayor facilidad para evadirnos de las preocupaciones que asolan nuestra mente. El calor relaja nuestros músculos y reblandece los agarrotamientos y las contracturas.

Por el efecto, que hemos visto anteriormente, que la sauna produce sobre el aparato circulatorio, su práctica combate la fatiga. El cansancio se origina porque, tras un esfuerzo físico o mental prolongado o superior al habitual, nuestros órganos quedan tocados. La reactivación de la circulación de la sangre hace que a los órganos les llegue el oxígeno y los nutrientes que necesitan para reponerse. Todo esto se da en una situación de semi-letargo provocado por el efecto abrumador del calor.

También debemos ser precavidos con la sauna. Incluso a las personas sanas se les recomienda no estar dentro de la sala de calor más de 15 minutos. Lo normal es estar entre 5 y 10 minutos, y si se es nuevo en esta práctica, lo aconsejable es estar entre 3 y 5 minutos, aumentado el tiempo de estancia paulatinamente a medida que el cuerpo se vaya habituando al calor. Estar más tiempo puede ser contraproducente. Aumenta la presión arterial de manera peligrosa, sufrimos mareos, náuseas y el episodio puede desembocar en un accidente cardiaco.

Alarga la vida.

Se dice que la práctica habitual de la sauna alarga la vida, y que eso se puede apreciar en la longevidad de la población finlandesa, que tiene una esperanza de vida media de 85 años. Pero como dice la revista Clic Salud, atribuir la longevidad de los finlandeses al uso de la sauna es un argumento superficial.

La sauna podemos decir que mejora la calidad de vida, en cuanto a que contribuye a depurar el cuerpo y a reactivar la circulación sanguínea, pero de eso a decir que es la responsable de que la gente viva más es un grave error.

En cualquier caso, la sauna forma parte de un estilo de vida sano y de cuidado personal que se complementa con una dieta saludable, rica en pescados y verduras, y baja en grasas y sal, y con una práctica habitual de ejercicio físico.

Todo esto es importante recalcarlo, puesto que la sauna por sí sola no nos va a generar bienestar. Si tenemos una vida sedentaria, con un consumo desproporcionado de grasa, fumamos y tomamos alcohol habitualmente, la sauna no nos va a curar de nuestras dolencias, ni nos va a alargar la vida.

La sauna tiene múltiples beneficios para la salud, pero debemos concebirla como un complemento de hábitos de vida saludables y tomarla con cierta regularidad. De lo contrario, sus beneficios son baldíos.

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Más comentados
Perfumes de marca blanca

  ¿A quién no le gusta oler bien? Supongo que alguien habrá con gustos extraños o extravagantes pero por lo general

Higiene íntima

La higiene íntima en la mujer tiene unas características distintas a las de cualquier otra parte del cuerpo y requiere por

Galeria
Scroll al inicio